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Lunes, 21 de marzo de 2011   |  Número 27
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neurología autonómica
EL CENTRO SEVILLANO ORGANIZA UN CICLO FORMATIVO
El Hospital Virgen del Rocío diagnostica demencia a más de mil pacientes cada año
La neuropsicóloga de la Unidad de Demencias explica a familiares de afectados y cuidadores cómo afrontar la enfermedad

Redacción. Sevilla
La Unidad de Demencias del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, coordinada por Eulogio Gil y Emilio Franco, diagnostica cada año más de mil casos nuevos de pacientes que sufren algún tipo de demencia, siendo el alzheimer la más frecuente. Con el fin de proporcionar a las familias y personas cuidadoras de los afectados una aproximación práctica a esta nueva realidad que tienen que afrontar, así como para orientarlas en el manejo de los pacientes, se ha organizado un ciclo informativo que imparte la neuropsicóloga de la unidad, Aida Suárez.

Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla.

“El miedo, la pena, el agotamiento, la culpa, el aislamiento, el cansancio o la negatividad son algunos de los muchos sentimientos que invaden a los familiares de un paciente diagnosticado con Alzheimer o cualquier otra demencia”, explica esta especialista. “Toda la información que pueda facilitársele a las familias afectadas es muy importante, tanto desde el punto de vista clínico, como desde el enfoque psicosocial”, añade. De ahí que las sesiones informativas, de una a dos horas de duración, vayan desde lo teórico, siempre en un lenguaje muy sencillo, a lo más práctico para ellas.

Que el alzheimer afecta a un cinco por ciento de los mayores de 60 años y que la probabilidad de sufrirlo se duplica cada cinco años que pasen a partir de esa edad, existiendo en España 600.000 personas afectadas, es la primera explicación que aporta la neuropsicóloga Aida Suárez a los asistentes. Prosigue aclarando que se trata de una enfermedad degenerativa que afecta al cerebro y produce un deterioro progresivo de las capacidades intelectuales de la persona.

El enfermo, por lo habitual no tiene conciencia de la enfermedad, tiene cambios emocionales y peor humor, manifestando apatía, irritabilidad y signos de ansiedad y depresión. Los delirios son otro síntoma característico. El curso de la enfermedad es lento, con una media de progresión en torno a los diez años, pasando por los estadios de leve, moderado y grave. Los tratamientos son farmacológicos, aunque también es muy importante la estimulación cognitiva.

Ante esta realidad, plantea la especialista, ¿cómo se debe actuar con el paciente? “Con paciencia, con orden, repitiendo las cosas las veces que haga falta, una a una, con instrucciones cortas, en entornos libres de distracciones, usando técnicas de asociación de ideas, instaurando una rutina, dándose tiempo y, clave para el familiar, controlando éste su propia irritabilidad con el paciente”, subraya. “Es muy importante buscar tiempo para uno mismo, anticiparse a las situaciones que nos provoquen tristeza o irritabilidad, aprender técnicas de relajación, no mirar atrás constantemente, pensad en cosas positivas, descansad y repartir la carga del cuidado”, recomienda a los familiares.

Por último, se repasan otros tipos de demencias, aunque menos frecuentes entre la población: demencia por cuerpos de Lewy, demencia vascular, demencia frontal, afasia progresiva primaria y demencia semántica. Los familiares participan activamente en la charla que imparte Aida Suárez, compartiendo sus experiencias y aportando ideas que puedan ser de ayuda para todos.

Trabajo en equipo

La Unidad de Demencias, adscrita a la Unidad de Gestión Clínica Intercentros de Neurociencias, que dirige María Dolores Jiménez, ofrece un tratamiento integral al paciente afectado por alguna de estas enfermedades. El trabajo en equipo es clave para conseguirlo: desde los médicos de atención primaria y neurólogos, a los enfermeros de enlace, psicólogos y trabajadores sociales, sin olvidar a los cuidadores familiares.

Desde la Unidad de Demencias se realiza el estudio exhaustivo y protocolizado de cada paciente para llegar a un diagnóstico e iniciar el tratamiento más adecuado. Los fármacos no consiguen curar la enfermedad, aunque sí ralentizar la progresión de los síntomas, estabilizando el proceso degenerativo. De igual modo, se realiza un seguimiento continuado de los pacientes. La estimulación cognitiva, hábitos de vida sanos y ejercitar la memoria con talleres son también excelentes herramientas terapéuticas.

El aumento de la esperanza de vida en la sociedad actual es la principal causa del aumento de casos de pacientes con demencia, un trastorno que afecta al 30 por ciento de personas mayores de 80 años. El deterioro cognitivo tiene un impacto muy importante sobre la calidad de vida del paciente y de su familia, ya que pasan de ser individuos autónomos a ser prácticamente dependientes. El papel de la familia se convierte, por tanto, en fundamental, de ahí ofrecerles la máxima información de todo el proceso para ayudarlos

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